La Yunta

Por: Oscar Zúñiga

¡Hijo e’ su! bien decía mi abuela, «el que con niños se acuesta, mojado amanece», y vaya que tenía mucha razón, ahora en Tepic nuestra bella capital dicen que tenemos las avenidas de primer mundo, y vaya que sí, bulevares inteligentes, calles adoquinadas y ahora lo más reciente, después de más de cuarenta años, la remodelación de la Avenida Allende.

En esta hay amplias banquetas para que el peatón algún día se pasee por ahí, de cuatro carriles fue reducida a dos,  hay amplias bahías para que los automovilistas sean de transporte público o particular bajen y puedan hacer algún movimiento sin afectar a la circulación, y por qué no, estas bahías están adornadas con unas plantas más corrientes que la energía que produce la Comisión Federal de Electricidad, en fin, bonita avenida.

Pero al o los proyectistas se les olvidó, o no fueron asesorados por el flamante Director de Vialidad de Tepic, el ya oxidado comandante Karin Cabrera sobre cómo es el funcionamiento de estas bahías, pero qué se puede esperar de un «mordelón»· de carretera que ha demostrado que de vialidad de ciudad no sabe nada.

Un ejemplo, estas bahías si usted querido lector ya las vio o se quiere dar una vuelta por ahí  para que estrene las amplias banquetas, verá que son un gran peligro para la validad, pues en lugar de hacer su descarga vial en línea recta hacia la avenida México dejando un pequeño camellón de separación, fue conectada a uno de los dos carriles de esta avenida.

Por lo que esto es un peligro, pues las combis o camiones del servicio urbano sus choferes o son muy brutos o cuando pasen por ahí ya se los comió el tiempo que llevan y salen sin respetar al automovilista que viene en la circulación, ¿cuánto tiempo pasará para ver el primer accidente a causa de este mal proyecto? Y por si fuera poco este «pequeñísimo» detalle, los flamantes agentes de vialidad comandados por quien de verdad manda en la Dirección de Vialidad que es un tal «Rojas», brillan por su ausencia en esta nueva y presumible avenida de nuestra capital.

Pero qué más podemos esperar de Karin, cuando al Presidente Municipal Polo Domínguez le vale madre la vialidad, y como otro de los grandes ejemplos de autoritarismo y poder mal empleados, está la denuncia que nos hacen los dueños de los estacionamientos públicos aledaños a Palacio de Gobierno donde se encuentra el plantón del SUTSEM.

Pues resulta que por mandato de Polo Domínguez, los sindicalizados del SUTSEM que están de guardia se pueden estacionar por la calle Zacatecas desde la Plaza Bicentenario hasta la avenida Allende sin ser molestados por los esbirros de Karin Cabrera, utilizando también la avenida Allende de México a la calle San Luis.

Mira que a gusto, pero si algún otro cristiano se atreve a estacionarse en alguno de estos lugares mencionados y no trae en su vehículo el logo del SUTSEM, entonces sí, más vale que el fracasado y mil amores del Rojas los agarre confesados, pues la multa por estacionarse en lugar prohibido cuesta un buen billete,  además de ir a pagarla hasta la cantera, y a fuerzas hay que ir, ya que por lo regular le quitan una placa.

Pero ahí solo inicia el peregrinar, pues si usted va a pagar en ese momento, resulta que el agente como está lejos la «base» lleva o entrega las placas que quitó hasta que va a checar su salida del turno, así que no hay de otra, o se espera o vuelve al día siguiente.

Aquí es donde el sabelotodo de Karin ya debería de haberle dicho a su jefe Polo Domínguez, que hace falta una oficinita aquí en el centro de la ciudad para que la gente vaya a pagar y recoja la prenda en garantía, pero bueno, quién sabe si le funcionen bien todavía las neuronas, aquí lo bueno sería en lo de estacionarse en las calles del centro de nuestra ciudad, o todos hijos o todos entenados.

Y hay que recordarle a Polo Domínguez -quien reniega de la prensa nayarita-, que el SUTSEM son diez mil y la población del estado somos más de 300 mil habitantes, y qué lástima que con un buche de agua Polo ya se esté ahogando, y así quiere ser el próximo Gobernador, que dios también nos agarre confesados, en fin, lástima de sus grandes proyectos que no ayudan para nada a la sociedad.