LOS SIGNOS Y SIMBOLOS DE LA CUARTA TRANSFORMACIÓN DE AMLO

logoPor Octavio Camelo Romero

Durante 7 décadas la política en México se identificó con el PRI. Dicho partido simbolizó tanto al gobierno como al país. El PRI era el gobierno y el gobierno era México. En el país funcionaban únicamente dos instituciones, la Presidencia de la República y el PRI. Tras esa época vino el PAN disque a transformar. Lo que trajo fue más de lo mismo pero con violencia, desocupación y el PRI. Surge el PRI-AN para culminar la entrega del país al capital transnacional dentro de una crisis económica, política, cultural, moral y social.

De tal situación brota la inconformidad generalizada de los ciudadanos que lleva a la Presidencia de la República a Andrés Manuel López Obrador y su partido MORENA con más del 50 por ciento de los votos emitidos en las urnas el primero de julio del 2018. Sin embargo, hay signos y símbolos que caracterizan a las épocas, líderes y partidos que debiéramos identificar.

En la época del PRI se tienen notas distintivas, frases fáciles de aprender, gestos y prejuicios compartidos. El Presidente todo lo resolvía y el partido era su instrumento eficaz, era la aplanadora en las elecciones locales y federales presidenciales e intermedias. Quien quisiera participar y ganar en política tenía que hacerlo por conducto del partido. Las posibilidades de la oposición eran las que el sistema le dejaba. Así era el sistema, sus signos, símbolos, gestos, recetas, etc. Por ello surgió el traje, la guayabera, el frontón, los abrazos con palmadas en la espalda, los saludos de mano, etc.

Para escalar había que ser disciplinado, dócil con el de arriba, duro con los de abajo. La recompensa era una regiduría, una diputación local, una presidencia municipal, una diputación federal, una senaduría o un simple empleo, cuando no, un puesto de funcionario.

Las expresiones clásicas como picar piedra, llegar poco a poco, el que se mueve no sale en la foto, no me den, póngame donde hay, etc. Quienes se apegaban al libreto no escrito podían estar seguros de que les tocaría una rociada de la lluvia o que la Revolución le haría justicia.

Los tiempos pasan y las circunstancias cambian. Llegó la era de los postgraduados, de los tecnócratas, de los neoliberales. La siguiente generación sería de los estudiados en estados unidos de américa con mayores exigencias y grandes ambiciones. Era la misma maquinaría política con más aspiraciones y compromisos.

Vino el dispendio y se acentuó la corrupción. Llegó la era de la mansión en alguna ciudad de Estados Unidos, las grandes propiedades, las cuentas en Suiza o en algún paraíso fiscal, etc. Así llegó el PAN y el PRI-AN a la Presidencia de la República.

No se midieron y siguieron hasta que hartaron a la gente. Lo peor que hicieron fue haber corrompido a los partidos de la llamada izquierda con algunos de sus dirigentes. Pero no lograron corromper al pueblo ni a su líder Andrés Manuel López Obrador, hoy Presidente de la República.

La cultura de las palmadas, de los acarreos, de los pastores en las cámaras, de los dóciles y aborregados fue y están siendo sustituidas por una nueva cultura, por otra moralidad política. Surgen los nuevos signos, símbolos y prácticas de la política, la democracia participativa, las elecciones de los dirigentes por el voto directo, secreto y universal, las consultas ciudadanas, la austeridad, el trabajo desde la madrugada, la desaparición del compadrazgo, del padrinazgo, etc. En fin.

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