Expresamos nuestra consternación por el fallecimiento del profesor Francisco Alegría Rosas, una figura de gran importancia histórica por su papel protagonista en el movimiento estudiantil de Nayarit y como fundador de la sección 49 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación.
Escribo en plural este texto porque tuvimos el privilegio de entrevistarlo nosotros, los maestros universitarios, Pablo Medina, Omar Guerrero, Sergio Martínez y quien esto escribe, el pasado 17 de mayo, en casa de su hermana, la también profesora Consuelo Alegría.
A sus casi 94 años de edad —nació un 17 de septiembre de 1928 en Puga, hoy Francisco I. Madero— nos concedió aquel día una entrevista exclusiva a pesar de estar confinado a la vida privada y alejado de los reflectores públicos. Su repentina muerte nos desconcierta puesto que no hace mucho nosotros vimos a un hombre sano, lúcido, con sentido del humor y dueño de una memoria envidiable capaz de recordar datos, fechas y nombres de otros lejanos ayeres. Accedió a la entrevista, gracias a su sobrina, la doctora Araceli Alegría, y a su hermana la citada profesora Consuelo, a quien sus ex alumnos, amigos y conocidos suelen llamar con cariños “maestra Chelo”.
Opacada su personalidad por el nocivo liberatismo que durante décadas se apropió del mundillo político ligado al sindicalismo magisterial, don Pancho no dejó, sin embargo, de brillar con su poderosa luz propia gracias a la gesta histórica que contribuyó a la construcción del Nayarit moderno. Entre sus muchas hazañas se encuentra la fundación de la Federación de Estudiantes de Nayarit (FEN), en 1953, y de la Unión de Maestros Nayaritas al Servicio del Estado (UMNSE) en 1948, que al siguiente año se convertiría en la Sección 49 del SNTE. Grandes nombres, a la espera también de justo reconocimiento, le acompañaron en esos grandes proyectos: Francisco Villegas Loera, Juan José Ley Mitre, Rosita Navarro, Trinidad Alcántar, entre muchos otros.
Las fechas podrán desconcertar; pero en aquel entonces el gobierno se veía en la necesidad de aprovechar a quienes terminaban la primaria o la secundaria para incorporarlos como profesores de escuela, con el interés de alfabetizar a la mayor parte de la población; y sólo después, estos «profesores emergentes» entraban a estudiar la Normal para perfeccionar sus instrumentos pedagógicos.
Por desgracia, el contexto en el que funcionaban las escuelas solía ser autoritario, clasista y hasta retrógrada, por las intromisiones de caciques locales poderosos y de la misma iglesia católica. Esos fueron factores que desencadenaron las luchas estudiantiles y su organización en torno a una Federación de Estudiantes, antecedente de las posteriores organizaciones estudiantiles normalistas y universitarias.
En nuestro libro de próxima publicación, “Historia, cultura y universidad pública”, proporcionamos una información completa de la entrevista realizada a este gran líder nato, que merece todo el reconocimiento de las nuevas generaciones, que gozan hoy de beneficios logrados por luchadores que nos anteceden en el tiempo, como el gran maestro Francisco Alegría Rosas. También agradecemos a la profesora Consuelo Alegría el habernos abierto generosamente las puertas de su casa para realizar este trabajo académico que, por desgracia, no alcanzamos a mostrar a su queridísimo hermano. Descanse en paz, profesor Pancho Alegría Rosas.