Por: Sergio Mejía Cano
Circula en las redes sociales un mensaje que por lo regular aparece cíclicamente cuando hay comicios electorales que dice, palabras más, palabras menos que, entre conocidos, amigos y familiares no nos deberíamos de pelear por defender a determinado candidato o candidata, pies no nos conocen ni nos toman en cuenta, sino nada más cuando ocupan que votemos por ellos o ellas.
Sin embargo, y como se dice coloquialmente que para todo hay gente y de la hay, porque la hay, aun así se dan casos de conatos de bronca, agresiones físicas o verbales cuando alguien se pronuncia ya sea a favor o en contra de alguno de los contendientes a ocupar algún cargo de elección popular.
Aunque claro, hay personas que nomás para hacer la mosca chillar dicen que están a favor de una candidata o candidato o de determinado parrido político, solamente para ver la reacción de los demás, y meterse por ese lado hasta hacer exasperar a una o más personas de su entorno ya sea familiar, de amistad o conocidos.
Pero, desde luego que hay gente muy firme en sus convicciones que no les gusta que la contradigan o hablen mal de por quien piensa votar.
Desde luego que todas las convicciones y creencias políticas son muy respetables y que cada quien se coloca el yugo de su preferencia. Pero ¿por qué enojarse y hacer rabietas cuando alguien más no está de acuerdo con su forma de pensar o creer?
Respecto a esto del yugo, es muy clara la frase de que por su gusto le gusta sufrir, hasta la coyunta lame. Y en esto, se puede comprender a gente que no se adentra en la información de cualquier tipo, para que le ayude a sacar conclusiones, y que no se vaya con la finta de nada más de lo que oye o le dicen, sin ponerse a verificar si lo que oyó o le dijeron o lo vio ahora en las famosas redes sociales es cierto o pura falsedad o simple vacilaba y nada más.
Pero, que haya gente que se considera pensante, estudiada o que ya cuenta con una edad de adulto mayor, quiera que vuelva al país la hegemonía del PRI y del PAN, eso sí que está de pensarse. Que haya actrices y actores ya de determinada edad que se pronuncien a favor de que vuelvan los viejos tiempos cuando reinaba esa hegemonía, no es de extrañar, pues se ha visto claramente que en ocasiones en que han entrevistado a actrices y actores, sus respuestas deja mucho que desear, pues algunos de ellos no tienen una clara idea de en dónde se da el café, más allá de los velorios; y no es piña ni romanticismo, es verídico y se ha documentado.
Y tan no es de extrañar el casi desconocimiento de la vida política de nuestro país, de la mayoría de mujeres y varones del mundo del espectáculo, a pesar de haber desempeñado papeles protagónicos de héroes y próceres patrios, porque en cuanto dejan de estar inmersos en esos papeles, vuelven a su mundo de cristal.
Claro que se entiende que haya periodistas, comunicadores, analistas y hasta supuestos intelectuales que despotriquen ahora de la actual administración a nivel federal, a la también conocida como “cuarta transformación”; pero queda claro que lo hacer porque se dice que perdieron privilegios o “apapachos”, tal y como se descaró recientemente el historiador y analista político, Héctor Aguilar Camín, donde dejó de manifiesto que más claro ni el agua, ya que a buenos entendedores, pocas palabras.
Así que existe la posibilidad de varios periodistas y comunicólogos se estén pronunciando a favor de la candidata de la oposición, por la coalición “Fuerza y Corazón por México”, no por convicción, sino nada más por conveniencia; lo mismo que los políticos que están detrás de esta candidata, de quienes se ha dicho que están plenamente conscientes de que candidata va a perder de calle, pero que siguen ahí esperando hacerse de un cargo plurinominal, que es lo único que les interesa y nada más.
Sin embargo, también podría ser que crean en cuentos de hadas y que estén pensando en la posibilidad de que volverán por sus fueros para seguir mamando del presupuesto y no perder algún tipo de influencia ni prebendas, porque de que los hay, por supuesto que los hay.
Sea pues. Vale.