Por: Sergio Mejía Cano
Está circulando en las redes sociales, así como portales de internet de medios locales de información un video en donde aparece el jefe del Gabinete del H. Ayuntamiento de Tepic, Nayarit, Alejandro Galván Araiza advirtiendo a los negocios de compra y venta de fierro viejo, también conocidas como chatarreras, que se abstengan de comprar material que pertenezca a la infraestructura de la ciudad, tales como cables, tapas y rejillas de alcantarillas y drenajes, so pena de ser clausurados definitivamente.
Desde luego que está bien esta advertencia, sin embargo, ya tiene mucho tiempo en que existe una ley que prohíbe a todos los ciudadanos, sean quienes sean y se dediquen a lo que sea que adquieran productos de dudosa procedencia, es decir, que parezcan ser robados o mal adquiridos por terceras personas.
Y, obviamente que esta medida está bien, porque al no haber quien compre productos robados la desaparición de tapas y rejillas metálicas, así como todo tipo de cables que contengan cobre en su interior o cualquier tipo de material metálico o no, pero que pudieran ser comercializados de alguna forma, claramente disminuirá la desaparición de estos materiales en calles, avenidas, casas, comercios y todo tipo de negocios.
El problema es que al parecer esta ley que establece como delito comprar o adquirir productos robados es letra muerta al igual que la ley de plásticos de un solo uso o aquella que prohibía la venta de juguetes bélicos y ahora como la denominada ley silla, la que al parecer prácticamente muchos de los negocios no han tomado en cuenta; pero esa ya es otra historia.
Pero volviendo a lo de la chatarra, también existe la posibilidad de que lo que desaparece de la infraestructura de la ciudad no sea adquirido por las chatarreras locales, sino que los mismos ladrones la lleven a vender a otros municipios o estados ya sea cercanos o más retirados, ya que si cuentan con vehículos en donde puedan transportar lo robado se les facilita más hacer esta maniobra de salir del municipio de Tepic y así venderla en otras partes.
Aunque también lo mejor que se podría hacer al respecto y que no haya robos de infraestructura de la ciudad, es que hubiera mucha más vigilancia, pues el robarse una tapa o rejilla de alcantarilla, drenaje o instalaciones de luz, alumbrado público y telefonía, hablando coloquialmente, no es enchílame otra, pues en el caso del robo de una tapa metálica o rejilla se requiere algo de tiempo, así como herramientas adecuadas para poder desprenderlas de su lugar, lo mismo a extraer cables ya sean subterráneos a aéreos, tomando en cuenta también que este tipo de robos no se puede hacer en silencio, sino que por fuerza se tiene que hacer algo de ruido que, si los robos son durante la noche o madrugada, como a esas horas hay más silencio en la ciudad, obviamente que los ladrones, por más experimentados que sean o no, tienen que hacer algo de ruido, un ruido y, presencia de los ladrones que, al haber una vigilancia constante en las calles de las ciudad, claramente se les dificultaría a los ladrones llevar a cabo sus funciones delictivas.
Al comentar esta advertencia del señor Galván Araiza, alguien comentó que sería bueno recordar cómo hace algunos pocos años se había pensado en desaparecer de la ciudad este tipo de negocios chatarreros, iniciativa que no prendió cuando alguien dijo que posiblemente hubiera mano negra del algún político o empresario de altos vuelos de la localidad, para hacerse del negocio de la chatarra; aunque tal vez todo se vino abajo cuando comenzaron aquellas marchas y plantones de protesta no nada más de los propietarios de este tipo de negocios, sino también de los trabajadores de estos negocios y pepenadores que se dedican a la compra de fierro viejo recorriendo las calles de la ciudad, así como aquellos que encuentran en los tiraderos o rellenos sanitarios fierros viejos entre la basura.
Y, a propósito de rellenos sanitarios, también es bueno recordar aquella vez cuando se pretendió erradicar de estos a los pepenadores que, durante muchas generaciones se han dedicado a hurgar entre los rellenos para sacar de ahí algo que pudiera venderse para ser reciclado o también que dé alguna utilidad de servicio aún.
Así que no faltará quien diga que todo esto en contra de las chatarreras en el fondo tenga un tinte político más que de protección, pues habiendo vigilancia constante el robo de cualquier cosa material o de otra índole no podría darse tal y como es ya tan común hoy en día.
Sea pues. Vale.
