El dichoso fuero político en cierta forma debe de desaparecer

CON PRECAUCIÓN

Por: Sergio Mejía Cano

En la conferencia matutina que ofrece la Presidencia de la República, el pasado día 01 de este mes que inicia, la presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo anunció que propondrá en la reforma electoral, entre otras cosas, la eliminación del fuero para diputados y senadores, porque es cosa del pasado, según dijo.

Está documentado que el fuero político se estableció para que no volviera a pasar lo mismo que le sucedió al senador chiapaneco, Belisario Domínguez Palencia, al ser asesinado, se dice que, por órdenes de Victoriano Huerta, cuando el senador Domínguez lo acusó en la tribuna del Senado de la República del golpe de estado y asesinato del entonces presidente constitucional, Francisco I. Madero y el vicepresidente, José María Pino Suárez. Así que el constituyente para la nueva constitución en vigor desde el 05 de febrero de 1917, se estableció en el artículo 61 de la nueva Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que “Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos y jamás podrán ser reconvenidos por ellas” (…).

Obviamente que con leyes secundarias tal vez por conveniencia y protección contra actos ilícitos fue que se extendió a otros funcionarios y que aplicara hasta sin estar en las funciones de su cargo.

Claramente este artículo 61 constitucional señala nada más que diputados y senadores; sin embargo, este fuero se tergiversó de tal manera que se extendió a la mayoría, si no es que a todos los funcionarios ya sea presidentes municipales, regidores y toda clase de servidor público y lo peor: que este fuero político se aplica aunque no estén diciendo o haciendo en tribuna que es precisamente en donde nada más debería de aplicar y no en la calle o en su vida cotidiana, por lo que de acuerdo a la esencia de este artículo, tanto diputados como senadores en cuanto se bajen de su tribuna o estén dentro del desempeño de sus cargos, deben de volver a tener los mismos derechos y responsabilidades que todos los demás ciudadanos, es decir, que en cuanto salgan de sus respectivas Cámaras quedar sin ese fuero político que los protege en su interior; así de fácil.

Posiblemente esta proposición de la presidenta no prospere, pues varios políticos y funcionarios de todo tipo han sabido aprovechar este fuero mal habido y tergiversado para gozar de cierto tupo de impunidad aún con ilícitos comprobados; pero que se amparan mediante este fuero a menos que precisamente en ambas Cámaras se proceda al desafuero, algo que está plenamente comprobado que nada más se aplica a adversarios políticos incómodos, tal y como le sucedió en el 2005 al jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal (hoy Ciudad de México), Andrés Manuel López Obrador. Aunque también se han dado casos en donde no se le quita el fuero a personajes políticos señalados más sucios que un drenaje, tal y como ha sucedido con el actual presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno Cárdenas, conocido en el bajo mundo de la política como Alito, así como al exgobernador del estado de Morelos, Cuauhtémoc Blanco Bravo y desde luego, otros personajes más que la han librado gracias a este fuero mal aplicado, como el hoy senador por el Partido Acción Nacional, Ricardo Anaya Cortés.

Sin embargo, y para que no pierda la esencia y espíritu por lo que fue creado el fuero inicial y únicamente para diputados y senadores, bien podría funcionar siempre y cuando se establezca que nada más aplicará el fuero político mientras estén legislando, no así en los recesos parlamentarios cuando permanecen cerradas ambas Cámaras: Baja y Alta, respectivamente, que se especifique claramente que el fuero aplicará única y exclusivamente nada más cuando estén legislando quedando sin el fuero en cuanto terminen sus sesiones parlamentarias.

Asimismo, hacerles ver y comprender a diputados tanto federales como locales, así como a los senadores que no son autoridad, sino representantes populares, pues se ha visto a infinidad de legisladores que se dan ínfulas tal y como si en verdad fueran algún tipo de autoridad y que se sienten estar por encima de los demás ciudadanos e incluso, hasta de algunas corporaciones policíacas, tal vez y precisamente, por creer que el fuero les da ese estatus ante los demás, tal y como si se sintieran como una casta aparte que, en cierta forma, a lo largo de la vida política de nuestro país, así ha sucedido: son una casta aparte como si fueran algún tipo de corte celestial.

Sea pues. Vale.

 

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