EL INTELIGENTE CAPITALISMO NOS DESTRUIRÁ

logoPor Octavio Camelo Romero

Al leer en el periódico “La Jornada” el artículo de Alejandro Nadal me di cuenta que el capitalismo es inteligente. En realidad yo no había reflexionado al respecto. Según nos dice, el astrofísico norteamericano Neil de Grasse Tyson es el culpable de tal creencia. Nos comenta que un día y en algún lugar del planeta le preguntaron al científico sobre la posibilidad de la existencia de “vida inteligente” en otros planetas, a lo cual él respondió que primero había que definir lo que es la inteligencia.

Acto seguido propuso que una especie alcanza esa categoría cuando tiene la capacidad de autodestruirse. En lo que Alejandro Nadal se equivoca es en que no es la humanidad como tal, sino los capitalistas dominantes de la sociedad contemporánea los que pueden ser considerados como especímenes ejemplares de esa “vida inteligente” y, más concretamente, el régimen capitalista de producción.

Sin embargo tiene razón en decir que hay muchos caminos para la autodestrucción y, uno de ellos es el cambio climático. Pero tampoco debemos olvidar la violencia de las grandes potencias capitalistas generada por sus economías de guerra, fundamentalmente la de Estados Unidos, la de la Unión Europea, la de los países Árabes, la de Israel, la de China, la de Rusia, etc. Y para no dejar pasar la ocasión, la violencia de los países latinoamericanos como Chile, Brasil, México, etc.

En relación con el cambio climático es perfectamente explicable el que mucho antes de la revolución industrial la concentración de dióxido de carbono (CO2) fuera casi imperceptible, pues la gran industria era inexistente, así como también es obvio que en los albores de la revolución industrial los niveles del CO2 hayan sido bajos.

Nadal señala que en promedio existían unas 280 partes por millón, ppm. Pero a partir de los siglos XVIII y XIX las emisiones del gas a la atmósfera empezaron a crecer y la concentración del dióxido de carbono en el medio ambiente comenzó a aumentar rápidamente. Hoy rebasa las 400 ppm pero también es evidente que se debe al desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo, fuerzas dominantes de toda la actividad humana.

Nadal nos comenta que la temperatura va en aumento por la permanente y creciente emisión de gas en la atmósfera pero que, con concentraciones estables de CO2 cercanas a las 450 ppm el aumento de temperatura tiene altas probabilidades de mantenerse en 2 grados centígrados y, aunque los efectos serían severos, se podría evitar una catástrofe.

Hace el señalamiento que para alcanzar esta meta se necesita recortar el nivel de emisiones de manera radical, o sea de raíz. Y la única manera de acabar de raíz con este y otros problemas del capitalismo es sepultarlo antes que él nos sepulte, es generar un sistema distinto al capitalismo.

Con el capitalismo global las emisiones anuales de CO2 crecieron vertiginosamente pasando de 22.5 gigatoneladas en 1992 a 36.3 gigatoneladas en 2013. Y Nadal nos dice que para permanecer en el umbral de los 2 grados centígrados, las reducciones anuales de emisiones deben alcanzar las 55 gigatoneladas para el año 2050. Situación que él ve imposible de alcanzar con este sistema capitalista de producción.

Máxime cuando se ha enterrado al Protocolo de Kioto que fungía como órgano regulador y en su lugar se ha puesto al Protocolo de París, el cual deja en libertad a las fuerzas del mercado para la regulación de las emisiones del gas a la atmósfera, esto es, cada país independientemente y de manera voluntaria determinará la cantidad de CO2 que arrojará al medio ambiente; ya nadie lo va a regular. Ni modo, no hay más que quitar al capitalismo de encima. En fin.

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