EL LIBRE COMERCIO ES EL AZOTE PARA LOS MEXICANOS

logoPor Octavio Camelo Romero

La primera interrogante sobre el libre comercio es saber la naturaleza de su origen, esto es, ¿el libre comercio es un asunto de voluntad política u obedece a necesidades objetivas del desarrollo del capitalismo? Si fuese el resultado de la voluntad política entonces el libre comercio no tiene garantizada su existencia permanente; tal existencia dependerá de que no haya una voluntad política opuesta a su existir.

Y en este caso Donald Trump si estaría en condiciones de decretar la inexistencia del libre comercio y de sus correspondientes tratados. Sin embargo, si el libre comercio satisface una necesidad objetiva del desarrollo capitalista, entonces, ni con la bendición del Papa Francisco,  el presidente electo de USA no podrá privar de la libertad de circular entre los países, a las mercancías, a los servicios, a los capitales, etc.

Es más fácil que caiga Trump a que caiga el libre comercio. En el peor de los casos, si persiste en su absurda idea el no-amigo Donald, Estados Unidos socio-económicamente se rezagará y dejará el camino libre a China para que ocupe el lugar de la primera potencia económica del mundo.

Por eso en este reacomodo socio-económico del mundo, es relevante la frase del presidente Peña Nieto en Lima: »No es tiempo de voltear a ver el pasado con nostalgia ni al presente con temor, es tiempo de ver hacia el futuro con audacia»

Sin embargo, el gran problema es la conceptualización de la “audacia”. ¿Cómo entenderla  y cómo operativizarla? Desde luego que esto tiene que ver con el cómo concebir el desarrollo del país y cómo relacionar los factores de la producción al desarrollo social. Para iniciar la discusión hay que diferenciar al crecimiento del desarrollo, en cualquier materia, sea esta económica, política, social, cultural, etc.

El crecimiento atiende al aspecto meramente cuantitativo en tanto que el desarrollo lo hace del cualitativo. Por lo tanto puede haber, como lo hay en México,  un crecimiento económico reflejado en los macro-indicadores y no existir desarrollo alguno de la nación, donde los niveles reales de pobreza y marginación se han elevado, no obstante que el Estado ha hecho obra pública y urbanizado grandes zonas, pero el ingreso familiar no alcanza para el bienestar de las familias de los trabajadores y existe una deficiencia de puestos de trabajo donde los mexicanos pudieran trabajar.

En este sentido, hablar de desarrollo socio-económico del país es simplemente tener crecimiento económico con bienestar social, con justicia social como se decía en antaño. Y esto tiene que ver con el tipo de relación que debiera existir entre los factores de la producción.

El libre comercio significa la libertad de circulación de las mercancías, de los servicios y del capital en ciertos países. Surgió primero porque las producciones nacionales requerían más mercados para la realización de las mercancías y después, para que el dinero ocioso circulara libremente por el mundo en busca de su rentabilidad.

Como resultado surgen transnacionalmente verdaderas redes productivas y de inversión. Los capitales nacionales dan paso a los capitales mundializados o transnacionales. En estas circunstancias, el comercio de cualquier país se mundializa, y consecuentemente la competitividad en el mercado mundial se ve impactada por los costes de producción y por la transnacionalización de la inversión.

Y en el renglón de costos, estos pueden bajar disminuyendo el salario de los trabajadores o desarrollando alta tecnología. México desafortunadamente ha optado por la baja de los salarios que se traduce en la disminución de las capacidades adquisitivas de las familias de los trabajadores, en lugar de desarrollar la ciencia y la tecnología en el país.

Y para colmo de los males, reduce el financiamiento a la educación y a la investigación, pretendiendo con ello que venga la inversión privada a suplir el gasto del Estado. Con esta “audacia” nuestro país tendrá un futuro incierto. En fin.

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