Poco a poco Tuxpan se está levantando

IMAG2070IMAG2066La Yunta

Por: Oscar Zúñiga

Hoy 31 de octubre hicimos de nuevo un recorrido por la zona siniestrada de Tuxpan. Nuestra llegada fue al filo del mediodía entrando por el poblado de San Vicente, pues la entrada habitual no está todavía funcionando, y camionetas y camiones hacen un rodeo por una parcela, esto hace que los vehículos chicos no puedan transitar por ahí. Pero si vimos que el tráfico ha disminuido y el acceso ya es más fácil.

Nuestra idea era llegar lo más adentro posible del poblado de Tuxpan con nuestro vehículo, así es que nos fuimos hasta donde pudimos llegar. Fue una sola calle la que recorrimos, raro, más de diez cuadras hacia adentro y ahora no escuchamos ni vimos ningún perro como en otras ocasiones que de pronto sale uno y le ladra al vehículo.

Solo veíamos máquinas y camiones de volteo, unas cargando los camiones, y estos como hormigas echando viajes para tirar las miles de toneladas de tierra que el río dejó por casi todas las calles de Tuxpan. En algunas casas salían mujeres a tirar distintos enseres de lo que un día fue su sillón, cama o comedor y hasta su ropa favorita. Uno acostumbrado a usar la cámara fotográfica siente un nudo en la garganta al ver que esta gente tiene que tirar lo que un día contó como parte de su patrimonio.

IMAG2086Aquí viene el recuerdo de las visitas que uno hizo antes de esta desgracia, esas veces pasaba uno por alguna de estas calles y veía a alguien sentado afuera de su casa tomándose una cerveza para el calor, como dicen por allá, hoy sí se ven algunos sentados, pero porque dentro de su casa está lleno de lodo, sufrieron un cambio total en sus vidas de la noche a la mañana.

Disimuladamente tome algunas fotografías, pues algunos niños también arriba de las azoteas de sus casas ven como las máquinas trabajan en la limpieza de las calles, pues a esa corta edad esto es novedosos para ellos, y en su inocencia no tienen idea de la magnitud del problema que llevarán a cuestas sus padres para volver a empezar una vida normal.

Así llegamos hasta la entrada del panteón municipal, a un lado preguntamos a unas personas precisamente estaban sentadas afuera de sus casa, era un matrimonio de la tercera edad. Y como todo preguntón le dije, oiga ¿es cierto que hubo una persona que murió por aquí cerca? Y me contestó. –Sí era mi hermano, dicen que cuando la creciente le avisaron pero no se quiso salir, ya estaba grande era el mayor de la familia, apenas lo sepultaron ayer en Peñas, porque aquí el panteón también está inundado. Mire yo me pesa, pero no pude ir, como usted ve, aquí estamos, mi esposa no camina mucho, ella está enferma de sus rodillas y yo pos también, y pues no la puedo dejar sola.

Este matrimonio también lo perdió todo, pues el agua le llegó a su casa más alto que el nivel de sus ventanas, casi un metro veinte centímetros. Eso del panteón me llamó la atención, pues estamos a un día de que se ofrezcan las ofrendas a nuestros muertos. De nuevo le pregunte, ¿Usted cree que me dejen entrar al panteón? – Sí me contestó, aquel que está allá en la banca de afuera es el encargado, dígale a la mejor lo deja entrar. Nos despedimos y fuimos a la entrada del panteón.

Frente a nosotros había tres personas pala en mano quitando lodo de las gradas de la entrada al panteón. Oiga pregunté. ¿Quién es el encargado de aquí del panteón? – Yo me contestó un hombre de unos cincuenta años, gordito de estatura media. ¿Qué se les ofrece? Nos dijo, le dije, me gustaría entrar a ver el panteón para ver en qué condiciones quedó. –Véngase, solo que le diré, solo podrá entrar a la mitad del panteón porque más para allá no podrá, mejor vengase para que usted mismo vea.

Comenzamos nuestra entrada, quince a veinte centímetros de lodo medio seco pero transitable, después de entrar unos treinta metros hacia adentro, ya para donde quiera que volteara se venían tumbas de una altura al piso donde estábamos de cincuenta sesenta centímetros y encima llenas de lodo. Muestra que el agua las había cubierto del todo, otros treinta metros y el lodo comenzó a estar más blando, ahí de nuevo nuestro guía que resultó ser el administrador del panteón nos dice, ahora si hay que tener cuidado y usted sabe hasta donde quiera llegar, ya casi estábamos a la mitad del panteón, ahí el lodo en el piso ya ara más denso y la verdad no quisimos medir cuanto tenia de profundidad, pero ya las tumbas muy poco se veían.

De nuevo tomamos algunos videos, fotografías y nos dirigimos a la salida. Pero en eso le vuelvo a preguntar, Oiga don José, porque para esto ya le había preguntado su nombre y hasta donde vivía, y resultó que vive en la colonia que el agua alcanzó más de los dos metros de altura y resultó afectado perdiendo todas sus pertenecías al igual que las miles de personas de Tuxpan.

Y le pregunté, ¿Qué tan cierto es que flotaron algunos cadáveres de las tumbas del panteón por la inundación? Se queda un poco serio y me contesta. –Mire, no fueron muchos, fue uno solo y el agua lo hizo flotar con su caja, pero no era de un difunto reciente, pues el cadáver no tiene olor, lo que si le digo es, que usted se dé una vuelta por aquella calle y trate de darle la vuelta al panteón y verá que en tres puntos la barda quedó destruida por la corriente, nos despedimos de don José y así lo hicimos hasta donde pudimos llegar, pues a espaldas del panteón la calle no está muy transitable para vehículos pequeños.

Como hoy no llevábamos nada de ayuda, era día de hacer nuestra labor de información para darle a conocer tal y como se ve ahora Tuxpan, nos regresamos  Mi compa Guardado y yo a la capital, pero si les decimos, poco a poco Tuxpan ya  se está levantando.

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