Por Octavio Camelo Romero
No es para alarmarse pero si para preocuparse por la presencia de la derecha y de neoliberales en el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador. El objetivo del actual Presidente nunca fue formar un gabinete de solamente liberales, antes bien, trató de constituir un equipo de gobierno con un amplio criterio formativo que va de la izquierda hasta la derecha, de los revolucionarios hasta los conservadores, de los liberales hasta los neoliberales, de los trabajadores hasta los capitalistas, etc.
Y precisamente por eso es que las indicaciones del Ejecutivo cada cual las decodifica conforme a los intereses que sirve más que conforme a los intereses del titular del Poder Ejecutivo de la Nación o a los intereses de México. Existen varios sucesos que confirman lo dicho. Uno es la mal llamada Reforma Educativa que la CENTE buscó derrotar porque la Reforma Propuesta fue un remedo neoliberal de la Reforma de Peña Nieto.
Otra situación es la incapacidad y falta de voluntad del titular de la SEP para crear el Subsistema Educativo donde estarían los CENDIS del P T con todos sus niveles educativos y, a través del cual, se le pagaría a todo el personal, no sólo lo que va del 2019 sino todo el 2018 que por la represión de Peña Nieto no se pagó, por el delito de apoyar la candidatura presidencial de AMLO.
Con un doble propósito la derecha intimida a las familias con enemigos abstractos inventados, según sea el caso, para mantener a la sociedad enajenada y a la vez, dominada. Ese terrorismo que hace es una vieja práctica que se viene arrastrando desde hace tiempo atrás. Se usó en el pasado por el gobierno de Estados Unidos para invadir el medio oriente y apropiarse del petróleo, y recientemente se está usando contra el gobierno de Venezuela con el mismo propósito.
También se han usado en las campañas electorales. En México se le ha estado haciendo una campaña de terror a Andrés Manuel López Obrador no obstante que los incorporó a su Gobierno. Se dice que su proyecto de nación va a fracasar porque está repartiendo el dinero entre los necesitados y la inversión privada se vino abajo, que no hay crecimiento del capitalismo en México.
Y no falta algún trasnochado que diga que vamos directos a “socialismo”. Lo cierto es AMLO no atenta contra el sagrado principio de la propiedad privada capitalista. Busca culpables en las profundas aguas del imperialismo, y le echa la culpa a la “corrupción”. Pero no hace mención del sistema capitalista como causante de la contradicción entre la opulencia e indigencia, entre la concentración de la riqueza en pocas manos y la popularización de la miseria.
Por otra parte, pareciera que la derecha y los neoliberales usaron el Gobierno de Peña Nieto para estructurar un “plan” para que se ejecutara en el Gobierno de AMLO. El objetivo se antoja claro: acabar con la autonomía universitaria y con las Universidades, esto es, con la educación pública para transformarla en educación privada. Para dichos propósitos había que convertir a estos Centros Educativos en Centros de Corrupción.
Y para ello las Secretarías de Estado del Gobierno de Peña Nieto no solo se prestarían sino que participarían activamente en dicha tarea. Las hicieron participar en escandalosos fraudes y en la creación de empresas fantasmas. Una vez realizada esta labor, viene su divulgación a través de la Auditoría Superior de la Federación y de periodistas o de comunicadores distinguidos.
Las Universidades de Morelos, del Estado de México, de Veracruz, etc., son una muestra de tales acciones. Con la llegada de un grupo destacado de la derecha y de neoliberales a la Secretaría de Educación Pública y a la Secretaría de Hacienda y Crédito Pública, se cierra la pinza.
Esta situación es sumamente preocupante para los universitarios del país. En las actuales condiciones precarias de la vida universitaria por falta del apoyo financiero del Gobierno, y ante la inminente amenaza de perder la “Autonomía” y la existencia como “Universidad Pública”, cabe hacer un llamado a presentar un frente de universitarios y pueblo ante la SEP, SHyCP y demás Instituciones agresoras de la “Educación Pública”. En fin.