LA VIOLENCIA ES PROPIA DEL CAPITALISMO CONTEMPORANEO

logoPor: Octavio Camelo Romero

Por la sobreproducción de capital generador de las diversas crisis del capitalismo, los sectores capitalista dominantes transfieren del capital productivo al capital financiero, la parte de la masa de plusvalía que no pudieron acumular por la situación crítica, lo cual  modifica de modo significativo el equilibrio entre los activos financieros y los activos reales.

Estas son las condiciones para desarrollo del capital ficticio. El capital ficticio es un capital que tiene una existencia real. Se llama ficticio porque su lógica no es la del capital a préstamo, D – D’, sino a la inversa, parte del plusvalor para comprar con él certificado que da derecho a obtener en el futuro un ciento por ciento de valor.

El precio inicial de estos certificados se corresponde con la capitalización. En el mercado de estos documentos, los precios fluctúan con la oferta y la demanda de los mismos. Así se fue desarrollando el mercado de derivados, formado por las transacciones en acciones, bonos, títulos y fondos de pensión, que resultaron ser la representación legal de esta forma de capital.

Los derivados surgieron dentro del sistema financiero internacional y se depositaron para su valorización en instituciones como grandes bancos, compañías de seguros, fondos de pensión y de inversión, quienes se encargaron de su valorización. El capital ficticio se invirtió en las deudas públicas y las convenciones financieras. Empero, dado que no es capital productivo ni comercial y al no ser tampoco capital a interés aplicado a la producción de bienes, se valoriza solamente como capital parasitario.

Se produjo asimismo una importante caída de las tasas de interés, pero por la crisis que afronta el sistema y por la existencia a nivel mundial de importantes deudas públicas y privadas, su elevación redundará en una mayor desaceleración de la actividad económica, un incremento del desempleo y en el encarecimiento del pago de las deudas.

Ante el aumento del mercado de swaps y derivados, el sector financiero creó en 1985 en los EE.UU, La Asociación Internacional de Swaps y Derivados, ISDA organización que integra corporaciones, gobiernos, entidades supranacionales, compañías de seguros, estudios contables y bancos regionales e internacionales.

Tiene como objetivo hacer más eficientes los mercados globales financiarizados y regular la aplicación de los contratos derivados y swaps, fijando las condiciones habituales de estos contratos y la de los créditos en default. Por su parte, las grandes potencias abastecen de armas al mundo, volcando a este negocio, una parte importante del capital ficticio.

El gasto militar alimentó la carrera armamentista encabezada como siempre por los países centrales. El Instituto Internacional de Estocolmo, informó que en los EE.UU el gasto militar llegó al 47% del desembolso mundial en armamentos y su presupuesto en defensa aumentó, a precios constantes, un 67% desde 1999 hasta el 2009, siendo este país el principal exportador con un 31% del total mundial exportado.

Ucrania es en estos momentos un caso emblemático por sus compras de armas, a pesar de la caída del valor de su moneda y de su deuda externa cercana al 90% del PBI. Pero Grecia, Siria, Irak, Libia, Eritrea, Somalia, Yemen, Arabia Saudita y Catar, se han incorporado como grandes compradores de material bélico. Algunos de estos países, como Somalia y Eritrea, se encuentran en guerras internas permanentes desde hace veinte años, utilizando armamentos de última tecnología.

Por otro lado, Rusia se ha convertido en el segundo exportador de armas, dominando el 27% del mercado mundial. Se crearon además, productos e instrumentos bursátiles que convirtieron las guerras en grandes e imprescindibles negocios. Estos elementos, ligados tanto a la especulación financiera como al tradicional comercio de armamentos, han demostrado que capitalismo, imperialismo y guerras se entrelazan en modos especulativos de valorización de los capitales. En fin.

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