Por: Sergio Mejía Cano
Vuelve la tronada de dedos entre la mayoría de los padres de familia debido al próximo inicio de clases en este mes de agosto. Como cada inicio del ciclo escolar son recurrentes oír pláticas de vecinos y familiares o conocidos en las tiendas de abarrotes respecto al gasto que tendrán que derogar en el entendido de que todo está muy caro hoy en día.
Algunos padres de familia se han estado adelantando adquiriendo, por lo pronto, lo que muchos de ellos consideran lo más esencial como lápices, cuadernos, juegos de geometría, etcétera; sin embargo, ese tronar de dedos se acrecienta al estar esperando la lista de útiles escolares que pedirán en las escuelas, pero más por los uniformes, lo que obviamente significan uno de los gastos más pesados.
Se tiene entendido que en cierta forma, los gobiernos tanto federal, estatal y municipal iban a entregar útiles y uniformes escolares, pero quizás ya no hubo presupuesto para esto o solo se dan en otras entidades, y posiblemente ni para cubrir aquella famosa beca universal que se les proporcionaba a los escolares de educación básica; pero se supone que de esto nada más están enteradas las mamás y papás que tienen hijos en esta educación básica; aunque lo más probable es que ya no se otorguen útiles y uniformes escolares, pues entonces por qué la preocupación de tantas familias, sobre todo las de menos escasos recursos y, por supuesto, papás y mamás que tienen dos o más hijos en escuelas de educación básica.
Desde que se implantó la sugerencia u obligación de que los escolares acudieran a recibir clases en sus escuelas con uniforme se comenzaron a dar diversas controversias entre los mismos padres de familia interviniendo a la vez los abuelos; los abuelos, porque todavía hasta los años 70 del siglo pasado muchos escolares asistían a clases sin ningún tipo de uniforme, salvo en los colegios particulares, tal vez como una distinción entre la educación privada de la pública.
Por ejemplo, quienes estuvimos en la primara a finales de los años 50 y principios de los 60 nunca llevamos uniforme escolar y ni en la secundaria, al menos en lo particular y en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, caso contrario en las escuelas secundarias para señoritas quienes según recuerdo sí usaban su uniforme escolar; pero en las secundarias para varones que, por cierto, en aquellos años había para varones y para señoritas y, al parecer, ya a fines de la década de los 70 se volvieron secundarias mixtas. En aquellos años en las primarias sí había salones mixtos.
Y a propósito de secundarias, ahora se ha documentado sobre planteles en donde les exigen a los alumnos varones traer el pelo corto y que se les llama la atención a los varones que no acaten esta disposición y hasta con la advertencia de recibir algún tipo de castigo o sanción en caso de no acatar la instrucción de traer el pelo corto y bien peinado.
Sin embargo, en los años 60, como aún estaba la onda sicodélica y de los hippies, la mayoría de los alumnos traíamos el pelo largo, pantalones acampanados y calzando huaraches y, por cierto, en algunas zonas de la mayoría de las secundarias y preparatorias de aquel entonces, corría casi siempre el aroma a zacatito vacilador y no había tos por parte de los prefectos.
Y en cuanto a uniformes para los varones, en algunas secundarias públicas este nada más consistía en un suéter abierto con el número de la secundaria que fuera y su color respectivo y nada más; pero no era obligatorio, porque había familias que no podían comprar ese suéter, por lo que no se exigía a los alumnos que lo tuvieran.
Volviendo a lo del uso de uniformes escolares, obviamente que hay voces a favor y en contra. Las voces a favor aducen que con el uso de uniformes la ropa cotidiana de uso personal les dura más a los infantes, por lo que el gasto en los uniformes ayuda en cierta forma a la economía familiar; pero las voces en contra, afirman que, como los uniformes los usan los escolares de lunes a viernes, no es un solo uniforme el que usan, sino hasta dos o tres por semana y precisamente por la actividad de los niños en sus juegos, en ocasiones acabados de estrenar los uniformes se rompen desde el primer día de uso.
Sin embargo, la ropa no nada más se gasta con el uso diario y no nada más por eso la dejan de usar, sino por el crecimiento físico, porque se dan casos de niños que en un solo ciclo escolar su talla corporal y de pies crece hasta dos veces más y, si no hay hermanos menores, pues a comprar ropa y zapatos nuevos.
Sea pues. Vale.