Por: Sergio Mejía Cano
No es por querer hacerle al agorero ni mucho menos, pero existe la posibilidad de que la candidata a la Presidencia de los Estados Unidos de Norteamérica, Kamala Harris, se pueda alzar con la victoria ante Donald Trump, debido al síndrome de Claudia Sheinbaum Pardo, hoy presidenta de los Estados Unidos Mexicanos, pues si bien siempre se nos ha dicho a los mexicanos que somos copiones de muchas cosas que hacen los gringos, tal vez ahora los copiones sean los ciudadanos estadounidenses y quieran ahora tener también una mujer en la presidencia de su país.
No considero que sea muy descabellada esta idea, pues existe la posibilidad de que muchos gringos de ambos sexos quieran experimentar un cambio al tener una mujer como mandataria, no nada más influenciados por la presidenta mexicana, sino por muchas novelas, películas, programas y series de televisión en donde se pone como protagonista o en los entresijos de las tramas a una mujer como la presidenta de los estadounidenses.
Aunque queda claro que, tal y como han dicho infinidad de analistas políticos, en los Estados Unidos no ha habido presidentes, sino gerentes que manejan las finanzas de los grandes empresarios gringos, armamentistas, sobre todo. Tal y como se afirmó alguna vez que sucedía en nuestro país hasta diciembre de 2018, pues se decía que los presidentes en turno servían como gerentes a los dueños de la economía mexicana, viendo más bien por los intereses de los grandes empresarios que por el bienestar de la población mexicana.
Está documentado que el presidente estadounidense que se quiso salir del huacal fue John F. Kennedy, cuando pretendió retirar las tropas estadounidenses de Vietnam; pero lo peor fue que pretendió pasar las reservas del Tesoro a las arcas públicas, que manejan manos privadas, algo inaudito que de ninguna forma se le podía permitir, pues la Reserva Federal siempre ha sido manejada por entes privados y no por el gobierno estadounidense.
Pero también pesó mucho para hacerlos desaparecer del mapa, su idea de acabar con la invasión a Vietnam, pues de llevarse a cabo las finanzas de los armamentistas bajarían considerablemente al dejar de vender, que no de producir armas de todo tipo.
No por nada ni Donald Trump ni la misma Kamala Harris se han pronunciado con acabar con el genocidio tan atroz en Palestina, agresión que se ha estado extendiendo a gran parte del Medio Oriente queriendo involucrar de la manera que sea a Irán, pues al atacar Líbano ya se están acercando el ejército israelí -financiado y protegido por los estadounidenses- a Irán; y los bombardeos en Siria y Turquía no cesan tampoco. Así que, si alguno de los dos candidatos a la presidencia de los Estados Unidos se refiriera a acabar con ese genocidio, hasta ahí llegaba su candidatura. Y, desde luego, tampoco Trump y Harris dicen nada de acabar con el enfrentamiento de más de un año que tienen Rusia y Ucrania, antes, al contrario, el gobierno gringo sigue abasteciendo de armamento al gobierno ucraniano.
Pero Kamala Harris no nada más se podría alzar con el triunfo electoral debido a un experimento de a ver qué se siente tener una mujer como presidenta, sino también porque cada día se más claramente el desequilibrio mental que ha estado mostrando Donald Trump, así que, como empresario que es podría resultar más manejable, sino que en uno de sus arranques racistas quiera exterminar ahí mismo en su país a sus tan odiados inmigrantes latinos, que no a los europeos de donde él mismo procede o de que ya con el poder de sus electores pretenda hacer algo muy descabellado a tal grado que ni sus patrones, armamentistas y demás poderosos empresarios lo puedan controlar en lo inmediato.
Así que qué mejor que poner a una mujer que pudiera contener los embates racistas y calmar a la sociedad norteamericana sin un plan de deportación masivo que ya aplicó Donald Trump cuando estuvo en la presidencia de su país, que hasta separó a los infantes de sus padres poniéndolos en campos de concentración en donde, se llegó a decir, muchos de estos niños y niñas de origen latino fueron violentados de muchas formas, incluso hasta sexual.
Lo malo de todo esto es que el vecino país del norte, quien se autodenomina como el adalid de la democracia, su democracia no es tal en donde quien obtiene más votos es el ganador, baste recordar lo que le hicieron a Al Gore, quien obtuvo más votos que George W. Bush, pero como quien define el triunfo son los siete estados clave, pues he ahí las consecuencias.
Sea pues. Vale.