México está inmerso en el régimen capitalista de producción. Este reconocimiento permite entender al Estado Mexicano y sus políticas públicas, así como a una serie de contradicciones propias del capitalismo.
En términos generales, para cualquier país capitalista le es propio la contradicción entre la opulencia y la indigencia, el desplazamiento de la mano de obra directa por la tecnología, la simplificación de la actividad humana por el avance tecnológico, el aumento del número de los integrantes del ejército industrial de reserva con los desocupados, el incremento de la explotación del trabajador mediante el crecimiento del rendimiento de la fuerza de trabajo y el abaratamiento del salario, etc.
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