Por: Oscar Zúñiga

¡Hijo e’ su! No cabe duda de que los hay los hay, y para muestra basta un botón, un regidor del PRI de Santiago Ixcuintla, de esos que de seguro le presumen a su familia que tienen fuero, digo, ya se usa, solo basta recordar al otro golpeador de mujeres que es del mismo municipio.

Pero bueno, este sí tiene partido (PRI), Alfonso Israel Virgen Martinez se pasó de lanza como dijeran por ahí, este baquetonazo regidor el día de ayer se presentó en el Juzgado Tercero Familiar, donde tiene una demanda bajo el expediente 1204/ 07 en contra de su esposa, la madre de sus hijas, defendiendo la pensión alimenticia, ahora sí que se vio como político de rancho.

Pero ¡ojo!, la cita ante la juez era para pedirle cuentas de lo que le ha dado de pensión alimenticia a su mujer, pero se le olvidó la miseria que le daba antes de gozar de las mieles del poder y del dinero, donde la señora tuvo que trabajar para poder ajustar el sustento de sus hijas, no cabe duda que el poder marea a quienes nunca tiene y llegan a tener.

Se le olvida a este «señor» que esto viene arrastrándose desde hace doce años, y que la señora por no dejar la atención a sus hijas tuvo que dejar de trabajar, esto por darle una vida digna de la que él se desatendió, ahora con toda la desfachatez del mundo, amenaza a la madre de sus hijas con meterla a la penal por el mal uso de recursos de la pensión alimenticia.

Al escuchar esto uno de imagina, que ¿acaso será el Donald Trump nayarita?, digo, esto es por si acaso le está pasando una pensión millonaria  a esta pobre mujer, que aparte de hacerse cargo de la familia, y tiene que aguantar a este pobre político millonario, que de seguro se cree dueño hasta del penal de Tepic.

Qué lástima que nuestras leyes no cambien, pues de otra manera este sujeto no se daría aires de gran señor presumiendo su fuero, ojalá y la Juez lo ponga en su lugar, o simplemente le explique que si la vaca es, o fue suya, suyos son los becerros, y si le pesa lo que se comen sus hijas que clase de hombre será, ¡Válgame dios cuanta maldad!, dijera Chuy Cervantes.