Manuel Aguilera Gómez.
La semana pasada, el Congreso de Cataluña decidió aceptar los controvertibles resultados de la consulta popular celebrada dos semanas antes: aprobó separar del resto de España a esa importante y próspera provincia. Para un sector muy numeroso de catalanes, esta decisión culmina una lucha iniciada por cuatro generaciones de independentistas; para otro segmento de la sociedad catalana, es un error persistir en un proyecto justificable bajo la monarquía de Alfonso XIII y la dictadura de Niño de Rivera, pero contraproducente en la era de la globalidad.
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