No son los únicos, pero si son los primeros seis desafíos que debe encarar de manera inmediata el gobierno de la República, dado el compromiso de Andrés Manuel con los mexicanos y con los treinta millones de votantes que creyeron en él. Para iniciar, observamos dos triángulos amorosos. Uno es el triángulo “Corrupción”, “Violencia” e “Impunidad” y, el otro, es el triángulo “Desempleo”, “Auto-Suficiencia Agro-alimentaria” y “Desarrollo Capitalista”.
Definitivamente la impunidad ha sido factor detonante de la corrupción y la violencia. Fernando Martínez, director general de responsabilidades y situación patrimonial de la Secretaría de la Función Pública (SFP), expresó que las sanciones son una pieza fundamental del combate a la impunidad y que debe haber aplicación efectiva de las leyes para que no se echen abajo las resoluciones por aspectos meramente formales.
Dijo también que, de acuerdo con números dados a conocer por la SFP, sólo en 2018 llegaron a esa dependencia 11 mil 864 expedientes por responsabilidades que involucran a 13 mil 384 servidores públicos, de los cuales 5 mil 597 están formalmente resueltos, pero sólo porque se llegó a una conclusión formal del caso. Sin embargo, sólo en 901 casos se determinó imponer una sanción, mientras en los restantes 4 mil 696, el expediente concluyó sin castigo para los servidores públicos señalados. Asimismo, 6 mil 200 siguen en proceso de análisis. Por otra parte, la falta de castigo a los crímenes de alto y bajo impacto ha permitido que se perpetúe la espiral de violencia que amenaza la integridad física y patrimonial de los mexicanos, de la Nación, como es el caso de los huachicoleros y de la corrupción en PEMEX.
Los escándalos de corrupción y nula voluntad política para sancionar a los culpables, constituyeron uno de los rasgos que caracterizaron a la pasada administración gubernamental, y a la vez, fueron causa directa de la histórica derrota electoral de los particos del “Pacto por México” y del triunfo avasallador de AMLO el primero de julio del 2018.
Por otra parte, el desarrollo capitalista neoliberal ha sido factor detonante de la desocupación y pobreza alimentaria de más de la mitad de los mexicanos, y de la pérdida de la soberanía alimentaria del país. Por lo tanto, se requiere de una reingeniería del capitalismo mexicano que devuelva a la nación el empleo, que combata la desigualdad social y que recupere la autosuficiencia agro-alimentaria.
Para tales efectos, se precisa de una alianza nacionalista revolucionaria instrumentada con un modelo de crecimiento económico y desarrollo social, que permita a todas las fuerzas políticas, económicas y culturales participar conforme a sus posibilidades. En relación con el “desempleo”, ya sabemos que es efecto del desarrollo capitalista.
Mientras existan el capitalismo y la competencia entre los capitales, el desarrollo de la ciencia y la tecnología será campo de batalla, y su utilización en los procesos productivos y de circulación mercantil, arrojará a la calle a miles de trabajadores para engrosar las filas de los desempleados. El impulso del desarrollo capitalista no es la solución a largo plazo, aunque a corto plazo, a México si le resuelve el problema de dar empleo en aquellos lugares donde no existen inversiones de capital.
Con el programa PROCEDE los gobiernos neoliberales se dedicaron a desmantelar el régimen de propiedad ejidal para dar paso a las inversiones de los capitales transnacionales en la minería y en menor escala en la agricultura. El país dejó de producir para dar paso a la importación de los productos agroalimentarios provenientes de USA.
Parte de esta asimetría en el desarrollo del campo mexicano ha sido perversamente provocada por políticas públicas y atendiendo a intereses extranjeros más que mexicanos. Ser un país autosuficiente en los productos agroalimentarios conlleva a un replanteamiento de las políticas públicas que permita no solo un desarrollo del campo, sino un retorno del régimen de propiedad colectiva del suelo. En fin.