Por: Oscar Zúñiga
¡Hijo e’ su! Sigue Adán Casas en caballo de hacienda, pues mientras los demás diputados se duermen en sus laureles esperando la hora de entrar a sesión, Adán atiende en su pequeña oficina en el Congreso a decenas de gente de todo el estado que acude a él buscando su ayuda, ya sea económica, medica o de cualquier otra índole, pero la gente sale contenta, y ¡ojo!, esta gente no solo es de su Distrito.